miércoles, 29 de abril de 2009

Dios y el teléfono descompuesto

Es trillado hablar de Dios; del personal, masculino, bueno con los buenos y malo con los malos; creador de lo que vemos y no vemos. Invisible, lejano... sospechosamente misterioso.
Desde niños los adultos nos obligan a creer en Dios. Y así crecimos, "temerosos de Dios" o "felices, amorosos y tolerantes creyentes".

Quizá estemos arrastrando el atavismo más antiguo del planeta. La repetición es la madre de la inconciencia.
¿Se acuerdan del juego infantil "el teléfono descompuesto"? Era algo así como pasarse un mensaje de boca en boca, resultando al final otro mensaje: se deformó el objetivo. Un teléfono descompuesto, eso es, muy descompuesto.
El fuego, el sol, las estrellas, cualquier incógnita, todo aquello, se fue "afinando" para crear un dios a imagen y semejanza del hombre: me das, te doy, me quieres, te quiero, me fallas, te fallo.
¿Cuál será, por cierto, la creencia del futuro, el dios del futuro lejano?...porque el teléfono sigue descompuesto, los cables son de carne y son de hueso...estoy en que en los milenios venideros, Dios será otra cosa, quizá una mariposa.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

yo digo q Dios va a terminar siendo una partícula de energía que a través de sus colisiones ha generado materia y con ello generó el mundo

y más en específico me refiero a todos los mitos generados (del apocalipsis y de otras cosas) relacionados al acelerador de partículas q construyeron por allá en Suiza

alpe dijo...

Pues, quizá sea una particula la que empezo todo eso. Preferiría llamarla partícula, como es debido y no Dios que es un concepto trillado y obsoleto.