sábado, 9 de febrero de 2008

Hablando de salas de chat

He rondado últimamente algunas salas de chat y me vino a la mente el recuerdo de las primeras veces que usaba -abusaba- del chat. Recuerdo que descubrí el chat allá por la mitad del año 1998; lo recuerdo bien.
Era fabuloso conocer y platicar, a la hora que se le antojaba a uno, con gente desconocida de todos los países, sin tener la molestia de andar bien vestido, con poses hipócritas para agradar, sin rodeos... Era y es tan fácil iniciar una charla con cualquiera, cosa que en el mundo fisico es mucho mas difícil. Por las calles, tiendas, escuelas, etc, uno no llega con la primera persona y le dice "hola ¿cómo estás, a qué te dedicas y en dónde vives?"; nos refrena el miedo al rechazo y al ridículo, la incertidumbre, los nervios, en fin, tantas emociones que derivan de la presencia física. El chat prescinde de ésta. Por este motivo se presta al abuso del anonimato: gente que da rienda suelta a sus más oscuros sentimientos y los muestra "en público" en una sala de chat; como resultado es que ahora las salas de chateo están repletas de hombres y mujeres, pero sobre todo hombres, buscando sexo directamente, sin esforzarse con el cortejo natural y normal que demanda una relación de pareja.
Es básicamente sexo lo que hay en las actuales salas de conversación. Se acabó para siempre aquellas épocas románticas, donde uno platicaba a gusto y con respeto, y se intercambiaban los e-mails para sabrosamente estar al pendiente del correo diario.

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